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Investigadores advierten sobre la resistencia a insecticidas en mosquitos en distintas provincias

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 Investigadores advirtieron sobre la presencia de mutaciones genéticas en el mosquito Aedes aegypti, principal transmisor del dengue, que los hace resistentes a uno de los insecticidas más utilizados para su fumigación, según estudios realizados en distintas localidades del país.

En una de las investigaciones realizada en Posadas se recolectaron muestras de mosquitos en casas de los barrios El Palomar, Villa Sarita, A-4 y San Lorenzo de la capital misionera para observar si contenían virus como el dengue, zika o chikungunya.

“Propusimos investigar la resistencia a insecticidas, que es un tema que está tomando auge y hace tiempo que se viene investigando en otros países sudamericanos”, dijo a Télam Marcos Miretti, genetista e investigador del Conicet que participó de ese trabajo.

A partir de este relevamiento, pudieron detectar que había mosquitos que presentaban resistencia genética a insecticidas.

“La resistencia se puede medir de varias formas; lo que hacemos es investigar la base genética de la resistencia y vemos si hay mutaciones, que son las que están asociadas a evitar el efecto de volteo que tienen los insecticidas”, detalló Miretti.

El especialista advirtió por estas mutaciones genéticas en los mosquitos es probable que se deban usar progresivamente mayores dosis de insecticidas para tener un mismo efecto.

“Las mutaciones que nosotros analizamos se conocen como KDR y otorgan a los mosquitos tolerancia a dosis de insecticidas que normalmente resultan letales”, señaló a Télam Jessica Fay, otra de las autoras del estudio.

El piretroides, que es una droga de uso universal y común, es un tipo de insecticida que dentro de su formulación química posee un efecto de volteo que paraliza al mosquito, afectando algunas formas de la traducción de señales en las neuronas de estos insectos.

“Estas mutaciones producen cambios y hacen que su actividad neurotóxica se vea disminuida, de manera que los mosquitos son menos sensibles a las dosis de insecticidas usadas regularmente para su control”, advirtió Fay, licenciada en Genética y doctora en Biología.

Como el mosquito Aedes aegypti es el principal vector de enfermedades como zika, dengue y chikungunya, monitorear la frecuencia de resistencia a insecticidas y analizar su distribución dentro de una ciudad ofrece una herramienta para evaluar la eficiencia de los métodos utilizados para controlar posibles epidemias.

En tanto, otra investigación del Conicet publicada en la revista académica Parasites & Vectors, reveló que el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y dos localidades de Salta y Jujuy también estaban habitadas por mosquitos de esta especie con la capacidad de evadir los efectos de los insecticidas.

“Nuestra hipótesis era que iba a haber resistencia a insecticidas en los mosquitos porque en otros países de la región se sabía que eso existe, y porque hace muchos años que se viene fumigando con los mismos insecticidas”, indicó a Télam Sheila Ons, investigadora del Conicet y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

Según la especialista, los insectos se adaptan a las distintas adversidades del ambiente, por lo que era posible que los mosquitos en Argentina también tuvieran la misma resistencia.

El estudio identificó que en los municipios de Tigre, La Matanza, La Plata, Merlo, Lomas de Zamora, Quilmes y Avellaneda hay presencia de una mutación que permite la resistencia a los insecticidas, mientras que en Tartagal (Salta) y en Calilegua (Jujuy) se encontraron dos.

Estas dos mutaciones indican que “los mosquitos son más resistentes y su proporción en casi todo el territorio que analizamos es mayor que la del porcentaje de los mosquitos susceptibles al insecticida”, señaló Ons.

En ese sentido, advirtió que lo que antes se pensaba que funcionaba con “efectividad absoluta” ya no ocurre, aunque tampoco indica que los insecticidas sean obsoletos.

Los investigadores coincidieron en que estos datos sirven para poder pensar con mayor racionalidad las intervenciones que hay que llevar a cabo para prevenir epidemias y tratar de incorporar otros compuestos, aunque hay que analizar su impacto ambiental y humano.

“Si el control de vectores se basa en información sobre resistencia a los insecticidas se tiene la oportunidad de analizar las estrategias aplicadas, reducir la cantidad y/o el tipo de fumigación que se lleva a cabo y definir un uso más guiado de insecticidas dentro de una ciudad”, señaló Fay.

Asimismo, en el estudio realizado en Posadas, los investigadores observaron que se presentaron mosquitos con mayor resistencia en barrios de estrato socioeconómico más elevado.

“Podemos hipotetizar que esto resultaría de un mayor acceso y un uso más intensivo de estos insecticidas, como así también podría deberse a una mayor eliminación de criaderos y remoción de escombros en los barrios de estrato socioeconómico más bajo”, puntualizó.

Por eso, indicó que el uso generalizado de insecticidas genera una presión de selección sobre los mosquitos que desarrollan estrategias para sobrevivir, pero si se planifica su utilización de forma organizada “no debería resultar amenazante”.

Por último, Ons señaló que desarrollaron un método para poder identificar estas mutaciones de manera más rápida y económica para aplicar esta tecnología en todo el territorio nacional y poder “tener idea general del panorama y de a qué nos estamos enfrentando en cuanto a la resistencia a insecticidas por parte del Aedes aegypti”.

Fuente Télam

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