El conjunto humorístico-musical femenino Ciertas Petunias expone en “El Quince-Frágil esplendor”, certero espectáculo que ofrece los viernes en la sala porteña El Galpón de Guevara, una reflexiva celebración colectiva donde sus integrantes trazan un recorrido de la representación de personajes y situaciones a casi expresarse en primera persona para construir una hilarante ficción atravesada por la coyuntura.
Ambientada en torno a los preparativos y la realización de la tradicional Fiesta de 15, la agrupación aprovecha ese contexto plagado de rituales y lugares comunes, y desde allí regala un disfrutable alegato de mujeres y artistas de este tiempo.
La puesta, originalmente pensada para celebrar la década y media de actividad del grupo formado en 2005, quedó suspendida debido a la pandemia, pero Ciertas Petunias parece haberle sacado provecho a ese tiempo y en el espacio del barrio porteño de Chacarita donde cursa la segunda temporada de “El Quince…” plasma el difícil y delicado tránsito de pasar de la representación a la presentación.
“Creemos que hay algo que no se ha modificado a lo largo de los años, que es la combinación de música y humor, el desparpajo de animarnos a mezclarlo todo, atrevernos a diversos géneros musicales, reírnos de nosotras mismas y habitar el absurdo. Ahí se establece un diálogo con los otros tres espectáculos; pero en este nos metemos un poco más profundo a reflexionar sobre algunas cuestiones vinculadas a los mandatos sociales, los deseos”, le dijo Camila Campodónico a Télam al inicio de esta segunda temporada de “El Quince…”.
En esa entrevista, donde la artista habló también en nombre de sus compañeras, apuntó: “Nosotras rondamos los 40 años, pertenecemos a una generación a la que la irrupción de esta nueva ola de feminismos nos vino a interpelar ya adultas y madres. Y somos conscientes de que no podemos ni queremos quedarnos al margen. Y mucho menos si elegimos abordar un ritual plenamente asociado a lo femenino y muchas veces cargado de imposiciones patriarcales”.
El elenco reúne a Campodónico con otras dos integrantes originales: Magdalena Barla y Natalia Guevara, y se completa con Lucía Braude y Tania Valsecchi para conformar una solvente banda todoterreno desde lo sonoro, lo vocal y lo actoral.
Y aquí, sin menguar los talentos interpretativos del quinteto en sus facetas de cantantes, instrumentistas y comediantes, la formación halla una voz grupal propia para interpelar al presente y tomar posición en medio de gags y canciones que se suceden en el marco de la fiesta por los 15 años de las Petunias.
La acción se desarrolla en el típico salón que se alquila para esos festejos de chicas adolescentes y allí mismo ocurre el primer riesgo asumido, porque no se trata de organizar el cumpleaños de una persona sino, en este caso, de una cofradía.
Los problemas económicos comunes y el “deber ser” de tener que asumir la celebración estipulada dan cuenta de un primer corrimiento ya que las artistas pasan de referir a elementos habituales de esos cónclaves a desandar, no sin tropiezos, su propio agasajo.
“Basta de invocar la energía de la carencia”, desafía una, y tras el aflamencado “Financiamiento Gitano” todas se unen en la esperanza de apostar en el hipódromo a las patas del caballo “El rayo loco”, y aunque el resultado de la carrera no es el esperado, un asunto fortuito ligado a otros dones del equino las habilita a encarar la deseada gala.
Entre usos y costumbres que operan como pesada herencia a repetir a modo de condena (la presencia del DJ-animador Aníbal y las alocuciones con agradecimientos y menciones familiares), el quinteto se las ingenia para sacudir esos legados y –comicidad y delirio mediante- decir lo suyo.
Con la especial noche por delante hay un único pasaje donde la escuadra se descompone para presentarse con canciones y regala un pasaje desopilante a partir de las canciones que cada una escoge y donde conviven desde “DLG” de Fito Páez a “Like a Prayer” de Madonna, pasando por “Don’t Stop Me Now” de Queen y por “Inevitable” de Shakira.
Con la voz del DJ (operando en función similar a la del locutor que presentaba las competencias de talentos en “¡Qué hermosa kermesse!”, su anterior espectáculo estrenado en 2015), las intérpretes combinan sketches (el de una estatua viviente y un dúo de mentalistas) sin jamás abandonar el exquisito pulso musical que las distingue y que es capaz de abrazar géneros diversos.
Y es hacia el final de ese aquelarre donde Ciertas Petunias expone más nítidamente su testimonio, cuando desde piezas propias canta ideas como “soporto lo malo de la vida solo si lo puedo cantar”, “despertamos más temprano que nuestras madres, pero más tarde que nuestras hijas” y “la vida es más ensayo que escenario”.
O al momento en el que durante otro pasaje de salutaciones, una de ellas decide nombrar al tío Saúl “que me apoyó desde chiquitita pero esta noche no se animó”.
“El Quince-Frágil esplendor”, cuarto espectáculo de las Petunias, tiene dirección de Agustín Soler y producción musical de Micaela Vita y Juan Saraco (dupla que también comparte la banda Duratierra) y le quedan dos funciones los viernes a las 20.30 en el espacio ubicado en Guevara 326.
(Por Sergio Arboleya)
Fuente Télam