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¿La reforma jubilatoria es realmente necesaria en Francia?

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Pese al fuerte rechazo en las calles, el presidente francés, Emmanuel Macron, afirmó esta semana que su reforma jubilatoria es “necesaria” y será aplicada “de acá a fin de año” para evitar un déficit en la caja de pensiones en 2030, una urgencia que, sin embargo, es discutida por diversos especialistas.

“Vivimos, y es una suerte, cada vez más. ¿Creen que podemos continuar con las mismas reglas? No hay 36 soluciones, si queremos que el régimen sea equilibrado, esta reforma es necesaria”, defendió el mandatario liberal en una entrevista con los canales TF1 y France 2.

Tras la reciente adopción por decreto de la iniciativa, la edad jubilatoria en Francia pasará de 62 a 64 años en 2030, mientras que el periodo de cotización para cobrar una pensión completa será en 2027 de 43 años, en lugar de los 42 actuales.

La segunda economía europea adoptó en 1945 un sistema previsional de reparto -como el vigente en la Argentina-, basado en el principio de solidaridad intergeneracional, por el cual los trabajadores activos pagan las pensiones de los jubilados.

El Gobierno de Macron defiende su vigencia frente a otros regímenes, pero argumenta que su durabilidad no es sostenible en un país que registra un envejecimiento de la población, donde la esperanza de vida es de 85,5 años en mujeres y 79,4 en hombres.

Sin embargo, la situación del sistema previsional francés sería menos alarmista de lo anunciado por el Ejecutivo.

“Las pensiones en Francia representan a unos 17 millones de jubilados y, anualmente, más de 330.000 millones de euros en prestaciones. Tal sistema no puede ‘colapsar’ como los sistemas de capitalización”, dijo a Télam Nicolas Castel, profesor de Sociología en la Universidad de Lorena, especializado en pensiones.

En la misma línea, se pronunció la socióloga Anne-Marie Guillemard, especialista en trabajo y jubilación en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, quien denunció una falta de sinceridad del Ejecutivo.

“Hay reservas considerables que permiten pasar a un problema de déficit coyuntural. No hay urgencia en lo absoluto y no se trata de salvar el sistema previsional. Es falso”, sostuvo la académica, que justificó la “hostilidad” de la mayoría de los franceses a la iniciativa.

Según el último informe del Consejo Asesor de Pensiones (CAP), el déficit del sistema va a degradarse a futuro, pero no al punto de ponerlo en riesgo porque existen soluciones y la deuda se reduce, en la mayoría de los escenarios, a lo largo de los años.

“El gasto en pensiones no derrapa, pero no es compatible con la política económica del Gobierno y los objetivos de las finanzas públicas”, sentenció el presidente del organismo, Pierre-Louis Bras, ante las comisiones parlamentarias que evaluaban la medida.

La reforma jubilatoria de Macron respondería más bien a una elección política para garantizar el programa de estabilidad que su Gobierno transmitió a la Comisión Europea, que prevé una reducción del déficit público por debajo del 3% del PBI en 2027.

“Cuando se es un país tan endeudado como Francia y se hacen reformas, siempre es un mensaje hacia los mercados financieros y la Unión Europea (UE)”, indicó a Télam el analista político Jérome Sainte-Marie.

Sin embargo, es probable que la reforma no pueda garantizar el objetivo fiscal previsto, dadas las concesiones que hizo el oficialismo para lograr el apoyo de la derecha en el Parlamento, donde no tiene una mayoría.

“Todo este alboroto para nada”, se quejó Guillemard, quien defendió la necesidad de una reforma, pero no una “injusta” basada en el retraso de la edad jubilatoria.

A su juicio, esta decisión afecta a los trabajadores con menos formación que ingresaron pronto al mercado laboral, y a las mujeres, que deben interrumpir sus carreras por la maternidad, que terminarán en “una bolsa de precariedad” al final de su vida profesional en un país con una tasa de empleo de apenas 33% para los 60-64 años, según los datos oficiales.

“Subiendo la edad no vamos a aumentar esa cifra porque está ligada a las condiciones de trabajo que no han mejorado lo suficiente en Francia”, explicó la académica, al argumentar que la reforma de 2010, que retrasó la edad jubilatoria de 60 a 62 años, sumó solo 300.000 empleados.

Las vías para reformar el sistema previsional suelen ser tres: la edad jubilatoria, el nivel de las pensiones y la financiación, pero el Gobierno de Macron “no toca ni a los jubilados, ni a las empresas”, precisó.

Para Castel, el equilibrio entre jubilados y activos puede ajustarse a lo largo de los años “sin ningún problema” con otros métodos distintos a los del Ejecutivo, como aumentando los sueldos o las cotizaciones a la seguridad social, revisando la base de las mismas, organizando una gran compensación entre diversos regímenes sociales, o usando parte de los más de 150.000 millones de euros en reservas de los distintos planes de pensiones.

“La jubilación se convirtió en una auténtica liberación del mercado laboral. Millones de personas cobran y pueden hacer lo que quieran durante, a veces, más de 30 años. Esto es revolucionario y el capital lo entendió bien: para su supervivencia necesita una población esclavizada al mercado laboral el mayor tiempo posible con las mínimas garantías salariales. Ese es el corazón de la contrarreforma actual: un conflicto capital/trabajo”, sentenció.

En ese sentido, defendió bajar la edad jubilatoria y suprimir un período de cotización que “encierra a las personas por más de 40 años en el mercado laboral” porque, en sus palabras, lo que se espera de un Gobierno democrático es que mejore la vida de las personas y no que la degrade.

Guillemard, en cambio, consideró necesario “alargar la vida laboral”, pero insistió en hacerla “más sostenible”.

Para ello, propuso hacer una reforma previsional articulada en conjunto con una laboral, que permita apoyar a las empresas en la gestión de la segunda mitad de la carrera profesional de sus empleados, en lugar de deshacerse de ellos.

“Finlandia lanzó ese proyecto a principios de los años 2000, mucho antes de llevar a cabo su reforma jubilatoria y esta fue aprobada después por unanimidad”, expresó la socióloga, quien indicó que con el envejecimiento creciente de la plantilla “lo mejor es adaptarse”.

Al defender su reforma, el Gobierno de Macron ha recalcado que la edad jubilatoria de Francia es una de las más bajas de Europa y que el país debe acercarse a los 65 años de Austria o los 67 de Alemania o Italia.

Sin embargo, Castel recordó que 62 años era la de edad de jubilación mínima, mientras que la edad para cobrar la pensión completa ya era de 67.

“Estamos, por tanto, en la media de los países de la UE. Además, a grandes rasgos, la edad media de pago de una jubilación en Francia se sitúa en los 63 años, como en el resto del bloque”, señaló y agregó que el país tiene uno de los períodos de cotización más prolongados del continente.

“No es comparable”, dijo, por su parte, Guillemard, quien destacó que, a diferencia de Alemania o Suecia, en Francia no existe la jubilación anticipada.

“Acá tenemos una edad legal de jubilación igual para todos. Es una estupidez, hoy en día ya no debería ser válido. Y por cierto, Suecia y Finlandia abolieron las edades mínimas para jubilarse”, alegó.

Al respecto, la especialista recordó que la reforma jubilatoria propuesta por Macron en su primer mandato, inspirada en el modelo sueco, no fijaba una edad mínima de jubilación ni tocaba la edad legal. Se trataba de una reforma sistémica y no paramétrica porque, según sostuvo entonces el mandatario, “eso carcome los derechos y no ofrece ningún futuro”.

“Y eso es exactamente lo que hace ahora”, criticó la socióloga y concluyó: “Es alguien que no tiene convicciones y es oportunista, y eso es lo que sienten los franceses porque no se puede hacer un proyecto de reforma primero y todo lo contrario después”.

(Por Marianela Mayer)

Fuente Télam

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