Aunque permite mantener conversaciones de forma rápida y coherente, su aplicación tiende a exhibir imperfecciones. El presente de una herramienta disruptiva.
Creado por la empresa OpenAI y con una inversión de diez mil millones de dólares por parte de Microsoft, ChatGPT es un robot que responde a través de mensajería de voz y texto, capaz de entablar una conversación y responder preguntas. No solo eso, sino que también admite errores, cuestiona premisas incorrectas y rechaza solicitudes inapropiadas. Incluso, puede crear escritos desde cero. Entrenado por personas de carne y hueso, el bot de este sistema puede imitar lenguajes, modos de escribir y expresiones que le pertenecen a los seres humanos. Lanzado al mercado en noviembre de 2022, alcanzó a más de 100 millones de usuarios activos mensuales en enero.
“ChatGPT es esencialmente un gran modelo conversacional, una gran red neuronal que ha sido entrenada para predecir la siguiente palabra. Y los desafíos con él son desafíos similares a los que vemos con los modelos básicos de lenguaje más grandes: que pueda inventar hechos”, sostuvo Mira Murati, directora de Tecnología de Open AI, en conversación con la revista Time.
A diferencia de otras tecnologías ya existentes, las respuestas de ChatGPT son casi infinitas, no tienen un límite establecido. A la vez, su abanico de actividades le permite también traducir idiomas, resolver ecuaciones de distinta índole, crear y corregir textos. Puede escribir desde un trabajo de investigación completo hasta poemas y discursos.
No tan perfecto, todavía
ChatGPT a veces escribe respuestas que suenan plausibles pero incorrectas o sin sentido. Por ejemplo, dos periodistas le pidieron que escriba un poema con el estilo de Federico García Lorca, en lengua española y con rima consonante. Lejos de apichonarse, el bot escribió una poesía para satisfacer la solicitud. Sin embargo, poco tenía que ver con la pluma del poeta español.
Desde Open AI destacan que uno de los temas a resolver tiene que ver con el rechazo de algunas preguntas. Según cuentan, el entrenamiento del bot se realiza con tanta cautela que no contesta determinadas cuestiones que podría resolver correctamente. En este sentido, a veces se le realizan preguntas que el bot afirma que no sabe la respuesta. Sin embargo, si se le realiza una ligera reformulación, puede responder de forma certera.
Por otra parte, en la página web de la empresa también resaltan que el ChatGPT “suele ser excesivamente detallado y abusa de ciertas frases, como reafirmar que es un modelo de lenguaje entrenado por OpenAI”. Además, otra de las cuestiones por pulir que le queda al bot es realizar preguntas aclaratorias cuando recibe consultas ambiguas. Actualmente, este modelo adivina lo que pretende el usuario.
Impacto de la IA
La inteligencia artificial da el puntapié para muchos cuestionamientos y planteos que pasan por la ética, la filosofía y, en última instancia, el futuro de la humanidad. La despersonalización de las relaciones personales, la pérdida de millones de empleos en todo el mundo y el reemplazo de los individuos por máquinas son solo algunos de los ítems.
Otra vez más, las preguntas obligadas que debería responder la empresa (o el chat) es el por qué y el para qué de esta tecnología. La misma directora de tecnología de Open AI reconoce la complejidad del asunto: “Cómo lográs que el modelo haga lo que querés que haga y cómo te aseguras de que esté alineado con la intención humana y, en última instancia, al servicio de la humanidad”.
Para intentar destrabar este tipo de cuestiones, Murati sugiere la incorporación de filósofos y científicos sociales al debate, no solo dentro de la empresa, sino en un ámbito mucho más amplio. Por ahora, las evidencias muestran que la inteligencia artificial está al servicio de las grandes empresas y su aplicación está orientada a la maximización de las ganancias.
Fuente Agencia de Noticias Científicas