09 01 2023 con una obra escrita en

Natsume Soseki, el inquietante mundo de un escritor que narró la soledad en el Japón moderno

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Con una obra escrita en poco más de 10 años, el escritor japonés Natsume Soseki, seudónimo de Nartsume Kinnosuke, impulsó una narrativa clave para la configuración de sentido de Japón en el período que va de 1867 a 1912, cuando ese país vivió un profundo cambio cultural y político que implicó la industrialización y el desarrollo de la mirada occidental en ese territorio, una atmósfera presente en “Kokoro” y “Más allá del equinoccio de primavera”, dos ficciones que ahora se pueden conseguir en la Argentina.

Soseki (Tokio, 1867-1916) escribió un total de 14 novelas, entre ellas “El minero” (1908) y la trilogía compuesta por “Sanshiro” (1908), “Daisuke” (1909) y “La puerta” (1910), todas reeditadas en las últimas décadas por Impedimenta. Las que se imprimieron ahora en nuestro país son “Kokoro” (1914) que fue presentada por primera vez por este sello en 2014 y “Más allá del equinoccio de primavera”, una obra de 1912 que se publicó en castellano en 2018.

Tanto “Kokoro” como “Soy un gato”, publicada en 1905, fueron recientemente reeditadas con traducciones de Yoko Ogibara y Fernando Cordobés. La primera es considerada una obra de su madurez; mientras que la segunda es su primera novela y fue inicialmente publicada por entregas en la revista Hototogisu, creada por el poeta Takahama Kyoshi.

Celebrada por la crítica y con la acidez y el humor para observar a la clase burguesa de Tokio, esta primera obra de Soseki expone también la originalidad con la que el escritor fallecido hace 107 años observaba a sus pares en el ámbito intelectual. Ese profesor con el que vive el gato narrador -claro que el amo vive con el gato y no al revés- es el exponente de un sector social apocado, al acecho de ventajas para gastar menos plata o no pagar sus gastos y además sin capacidad de pensar los vínculos más que como recreación social.

“Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre. No sé dónde nací. Lo primero que recuerdo es que estaba en un lugar umbrío y húmedo, donde me pasaba el día maullando sin parar. Fue en ese oscuro lugar donde por primera vez tuve ocasión de poner mis ojos sobre un espécimen de la raza humana”, dice en el comienzo de la novela el narrador de esta historia de 11 capítulos que con sutileza y a partir de los detalles plasma una pintura de la sociedad japonesa desde el rodeo por un barrio de Tokio en el que los vecinos casi no dialogan entre sí sino que el lector los une a través de lo que va recorriendo el gato protagónico.

Con humor pero también con desprecio ese narrador describe a una clase social y a unos personajes que prefiere tenerlos lejos: “Escuché tranquilamente las historias sucesivas de estos tres individuos, pero estas ni me divirtieron ni me entristecieron. Solo puedo llegar a la conclusión de que los seres humanos no valen para nada, excepto para el uso estruendoso que hacen de su boca con el fin único y exclusivo de matar el tiempo, contando historias sin gracia y riéndose de cosas que no son divertidas”.

Esta novela monumental de casi 650 páginas es la primera en la obra de Soseki, el escritor definido como el más representativo del Japón moderno, que nació el 9 de febrero de 1867 en el último año del conocido como período Edo y falleció a los 49 años el 9 de diciembre de 1916, hace 107 años pero esa definición alcanza también a su impronta en Occidente, donde fue definido como un pionero de las letras del siglo XX.

Esa potencia perdura hasta la actualidad, no solo en la literatura, ya que por ejemplo el Gobierno japonés puso su imagen en los billetes de mil yenes.

En las librerías argentinas la otra novela de Soseki que llegó por estos días es “Kokoro”, de alguna manera una contracara de “Soy un gato” porque el autor se aleja de la acidez para pintar el afecto y la amistad entre dos personajes de diferentes edades que viven momentos muy distintos de su vida y se conectan de un modo profundo e intimo hasta el punto de compartir secretos impactantes de su vida.

Reconocida por la crítica como una de sus novelas claves, “Kokoro”, que quiere decir “corazón” en japonés, condensa la ternura de la que pueden ser capaces dos personas solitarias que por momentos parecen atrapadas en la pena y se van animando a contar y contarse a medida que crecen los intercambios entre ellos.

Dividida en tres partes, la novela se construye desde dos voces: las dos primeras capítulos desde la del discípulo y la tercera desde el maestro, llamado por este joven y su familia como el sensei, quien en ese último tramo se confiesa en una carta que también funciona como testamento y se permite confesar un momento de su pasado por el que vive con una culpa acumulada que no logra superar.

Según cuenta el traductor y escritor Fernando Cordobés en la introducción, cuando el autor empezó con la redacción de esta novela “se planteó escribir una serie de relatos de mayor o menor extensión cuyo trasfondo sería siempre el mismo: el final de la era Meiji, marcada no solo por la muerte del Emperador, sino también por el suicidio del general Nogi y su mujer”, dos acontecimientos conmocionantes que marcaron el final de una etapa para la vida cultural, política y económica del país asiático.

Cordobés señala que “Kokoro” se publicó dos años después del fin de la era Meji y fue recién cuando escribía la tercera y última parte que advirtió que estaba ante una novela que se volvió a publicar en 2014 de manera seriada en uno de los principales diarios japoneses el Asahi Shimbun, publicación en la que Soseki, 100 años antes, había sido responsable de la sección de literatura.

El puente que establece el traductor entre el pasado y el presente a través de ese diario, de tirada diaria masiva y millonaria, demuestra la vigencia de una obra que fue clave en el desarrollo de la literatura japonesa y en sus autores más conocidos como Yasushi Inoue, Yasunari Kalamata o Haruki Murakami y que sigue convocando lecturas hoy.

Además de estar en la moneda de su país, de ser reeditado y leído a más de 100 años de su nacimiento, Soseki tiene un monumento en Shinjuku, su lugar de nacimiento. Quinto hijo varón y pronto adoptado y criado por un matrimonio amigo de su familia, el escritor estudió Filología Inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Imperial (posteriormente la Universidad Imperial de Tokio), y tomó el seudónimo Soseki de un refrán chino de cuatro caracteres cuyo significado es “no reconocer la derrota”.

Sus publicaciones de ficción fueron principalmente en periódicos por entregas y así fue que su última novela “Luz y oscuridad” comienza a difundirse en 1916 hasta que fallece el 9 de diciembre de ese año a los 49 y tras agravarse su úlcera, dejando interrumpida esta historia en su entrega número 188.

Fuente Télam